miércoles, 17 de febrero de 2010
ORACIÓN VOCACIONAL
Agradezcamos al Dios de la vida con Félix de Jesús, la hermosa Vocación a la que nos ha llamado y sigamos orando por las Vocaciones
Oración
Te bendigo, Padre bueno, por haberme llamado a la vida; concédeme entregarla en el servicio a los demás.
gracias, también, por mi hermosa vocación: ser, en la Iglesia y para el mundo, testigo de tu amor.
Por intercesión de María, regalame la gracia de la fidelidad, como se la concediste a tu hijo Félix de Jesús.
Espíritu Santo, transformame en Jesucristo, e impulsame a colaborar con él en la salvación del mundo.
Complejo de estrella ¡ATREVETE!
Complejo de estrella
¿No has pensado nunca en ser "estrella" y brillar para los demás?
Complejo de estrella
Por ahí se extiende este germen contagioso. ¡Epidemia! Los síntomas son muy variados. ¿Será benigno o maligno?
Rostros castigados por la jornada, pero sonrientes. Ojos brillantes y encendidos de un intenso azul. Párpados cansinos que inyectan guiños de ilusión. Carnes tatuadas de felicidad y alegría. Cuerpos, aparentemente inútiles, incluso atrofiados por la enfermedad, que esconden almas suaves, limpias, elásticas, ¡vivas y calientes!
Tomemos las debidas precauciones. Avanza como una plaga. Se expande como el polen. ¿Se trata de un síndrome o de un tumor? No lo sabemos, pero amenaza contagiar a toda la humanidad.
Algunos entendidos de las más prestigiosas universidades lo han calificado como "la epidemia de una exacerbada exaltación vivencial de ilusiones y esperanzas; una expectación optimizada, fruto de anhelos conquistados, metas realizadas y consecuencia de una constante y desinteresada donación a los demás". Yo creo que se quedan cortos. ¡Vaya palabrejas!
Dicho más simplemente, para que nos entiendan incluso los bebés: es un
complejo de estrella. Así de simple: estrellitis. Y además aguda.
Estrella... ¿No has pensado nunca en ser "estrella" y brillar para los demás? Algo así como vivir en un mundo nevado, en un paisaje navideño para encauzar
los pasos de tantos reyes magos que andan por estos mundos de Dios
rastreando la felicidad.
¿Yo, estrella? ¿Por qué?
Mejor pregúntate: ¿Por quiénes? ¿Qué hay "dentro" de la estrella? ¿Quién enciende su fuego? ¿Quién habla entre sus llamaradas? ¿Qué susurra su voz que atraviesa universos?
Responder a estos interrogantes es muy fácil. Si de verdad quieres convertirte en estrella sólo necesitas dos ingredientes. Es una vieja receta de cocina: Luz y calor.
La estrellitis es una enfermedad saludable que suministra luz y calor. Luz para las inteligencias y ráfagas de amor para los corazones. Se trata de aportar luz para las mentes y las conciencias. Requiere arder en la verdad y repartir sus llamaradas a los cuatro vientos. La estrellitis contagia también su calor. Su luz abrasa. Sus pupilas animan. Sus manos secan las lágrimas más amargas.
Si ante el dolor y la injusticia has sentido frío y calor a un tiempo, como cuando se tiene fiebre, es el mejor indicio de que ya has comenzado a ser estrellas para los demás.
¿No has pensado nunca en ser "estrella" y brillar para los demás?
Complejo de estrella
Por ahí se extiende este germen contagioso. ¡Epidemia! Los síntomas son muy variados. ¿Será benigno o maligno?
Rostros castigados por la jornada, pero sonrientes. Ojos brillantes y encendidos de un intenso azul. Párpados cansinos que inyectan guiños de ilusión. Carnes tatuadas de felicidad y alegría. Cuerpos, aparentemente inútiles, incluso atrofiados por la enfermedad, que esconden almas suaves, limpias, elásticas, ¡vivas y calientes!
Tomemos las debidas precauciones. Avanza como una plaga. Se expande como el polen. ¿Se trata de un síndrome o de un tumor? No lo sabemos, pero amenaza contagiar a toda la humanidad.
Algunos entendidos de las más prestigiosas universidades lo han calificado como "la epidemia de una exacerbada exaltación vivencial de ilusiones y esperanzas; una expectación optimizada, fruto de anhelos conquistados, metas realizadas y consecuencia de una constante y desinteresada donación a los demás". Yo creo que se quedan cortos. ¡Vaya palabrejas!
Dicho más simplemente, para que nos entiendan incluso los bebés: es un
complejo de estrella. Así de simple: estrellitis. Y además aguda.
Estrella... ¿No has pensado nunca en ser "estrella" y brillar para los demás? Algo así como vivir en un mundo nevado, en un paisaje navideño para encauzar
los pasos de tantos reyes magos que andan por estos mundos de Dios
rastreando la felicidad.
¿Yo, estrella? ¿Por qué?
Mejor pregúntate: ¿Por quiénes? ¿Qué hay "dentro" de la estrella? ¿Quién enciende su fuego? ¿Quién habla entre sus llamaradas? ¿Qué susurra su voz que atraviesa universos?
Responder a estos interrogantes es muy fácil. Si de verdad quieres convertirte en estrella sólo necesitas dos ingredientes. Es una vieja receta de cocina: Luz y calor.
La estrellitis es una enfermedad saludable que suministra luz y calor. Luz para las inteligencias y ráfagas de amor para los corazones. Se trata de aportar luz para las mentes y las conciencias. Requiere arder en la verdad y repartir sus llamaradas a los cuatro vientos. La estrellitis contagia también su calor. Su luz abrasa. Sus pupilas animan. Sus manos secan las lágrimas más amargas.
Si ante el dolor y la injusticia has sentido frío y calor a un tiempo, como cuando se tiene fiebre, es el mejor indicio de que ya has comenzado a ser estrellas para los demás.
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