jueves, 14 de octubre de 2010

Fantasmas en el discernimiento vocacional

¿Estás en discernimiento vocacional?

Esta reflexión puede darte luces y tips para vivirlo con mayor libertad, claridad y confianza. ¡Aprovechala!


FANTASMAS EN EL PROCESO VOCACIONAL


Ante la propuesta que Jesús nos hace de seguirlo se nos presentan diferentes opciones, los estados de vida que ya conocemos: Vida Religiosa, Matrimonio, Soltería. ¿A cuál de estos te sientes llamada (o)? ¿Tienes ya la claridad de qué camino elegir? ¿Por qué?

Porque la vida es un camino, una ruta nunca trazada de antemano como lo hacen creer los adivinos, los horóscopos, etc. Por el contrario, se va haciendo a través de sucesivas decisiones. En los momentos más importantes de la vida hay que optar, hay que tomar decisiones. Los momentos de opción hacen que algunos instantes de la vida se conviertan en realmente importantes y que no los olvidemos jamás. Generalmente esos momentos son los que nos dan la posibilidad de crecer y adquirir madurez.
Pero de frente a las decisiones importantes, como en el discernimiento vocacional, muchas veces nos surgen “Fantasmas”. Fantasma es sinónimo de lo desconocido, nos referimos a aquellas realidades que por no ser claras en nuestra vida, nos causan miedo. El Evangelio nos presenta algunas escenas en las que los discípulos dudan de Jesús por que no lo ven claro, esta no identificación de Jesús causa miedo e incluso se le llama “Fantasma” Mc 6, 40-50.
Cuando se es joven y se está en vísperas de tomar decisiones fundamentales, los fantasmas también aparecen y bloquean cualquier acción que deseemos emprender. En el discernimiento vocacional pueden confundirnos tanto que nos impiden ver con claridad a Jesús y su proyecto para nosotras.

El miedo al fracaso

El fracaso es un fantasma que hace sufrir a casi todos los hombres. Por ejemplo, un estudiante teme reprobar sus materias, una chica vive temerosa de que su novio la deje por otra, la mamá teme que sus hijos se revelen y le pierdan el afecto porque se sentirá fracasada como madre, etc. Todos tememos algo, sería necesario no hacer nada, como el único refugio contra el riesgo del fracaso. Pero la persona que a nada se atreve y que nada espera, ya es un fracasado.

1 Rey 3, 5-12. El temor de Salomón al fracaso es claro porque es joven y no tiene experiencia, por que no sabe gobernar. Los jóvenes en discernimiento piensan muchas veces que no van a lograr lo que buscan, que nadie los va a entender; que todavía son jóvenes y es mejor esperar para madurar y tomar decisiones, que a lo mejor se equivocan, etc. Si se quedan en esos temores, nunca se darán la oportunidad de demostrarse que son capaces de eso y mucho más como lo logró Salomón.
El temor al éxito y a las responsabilidades

¿Temor al éxito? ¿a caso no todos deseamos el éxito? Sin embargo, el éxito puede presentarse como una amenaza más grande que el fracaso, sobre todo cuando se trata de personas inseguras y con poca confianza en sí mismos. El sabor del éxito puede resultar amargo porque temen que las expectativas ajenas al respecto de ellos se vuelvan más exigentes; si estoy seguro de que voy a caerme de una montaña muy alta, temeré subir más arriba para no caer tan fuertemente. El éxito que obtenga aumentará las demandas de los demás y me impondrá mayores responsabilidades. Las responsabilidades producen miedo y angustia.

Miedo a la intimidad

La intimidad exige honestidad, transparencia y confianza en esotro. Todo esto nos hace vulnerables y nos causa temor. Cuando nos acercamos a los demás y compartimos nuestros sentimientos crece la amenaza de ser expuesto socialmente. La expresión de la ternura y el amor por los demás, así como la expresión de los propios sentimientos pueden desencadenar el miedo. El fantasma de que otros extraños Miedo a la desaprobación y a las críticas


En lo más profundo del temor al éxito y al fracaso se encuentra el temor a ver afectada la autoimágen y rebajada la autoestima. Estas son tan importantes y están tan enraizadas en nuestra personalidad que constituyen nuestro sentido de identidad. Nos importa la imagen que los demás se forman de nosotros, especialmente cuando son nuestros familiares y amigos. Nos esforzamos en aparecer ante los demás bajo una luz favorable. Su aprobación y sus críticas nos preocupan a veces tanto que nos esclavizamos de qué dirán.

El deseo de aprobación y el temor a la desaprobación nos quitan libertad y autenticidad provocando una confusión en la propia identidad.

Muchos jóvenes son incapaces de responderle a Dios porque los papás no están de acuerdo o por temor a lo que pensarán los demás, los comentarios de los demás les asustan y no les permiten optar libremente. Es necesario tomar en cuenta que la opción supone renunciar a lo que es nuestra mayor seguridad.
Miedo a la soledad

Todos tenemos miedo a quedarnos solos en la vida, a carecer de amigos, a no ser amados. A pesar de los avances tecnológicos y los medios masivos de comunicación el hombre continúa sintiéndose sólo. Muchos hemos experimentado cómo a pesar de estar en lugares llenos de gente, nos sentimos solos. Otros tantos temen quedarse solos y enfrentarse consigo mismos para reflexionar, para orar; buscan el ruido, los ritos, la música, la computadora, la televisión, etc. El temor a quedarnos solos puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas en nuestra vida.

Miedo al cambio

Todo cambio produce estrés, aunque haya sido anhelado como una boda, un grado profesional, etc. Naturalmente tememos a todo lo nuevo, lo desconocido, porque en todo cambio se encuentra algo de riesgo. Aunque un cambio puede traer resultados benéficos, nos asusta el que las cosas puedan quizás empeorar con ese cambio. Quedarnos en este temor nos impide cambios significativos en nuestra vida
Miedo a crecer

El crecimiento personal necesariamente exige cambios en el ser humano pero el cambio como ya dijimos implica riesgo y el riesgo causa temor. Por eso la gente prefiere no crecer y se queda en la mediocridad. Alguien dominado por el miedo a cambiar es incapaz de aprender algo; no busca nuevos amigos, no mejora sus métodos de trabajo ni se actualizan en su profesión; carece de aspiraciones y de metas; carece de aspiraciones y de metas; prefieren la rutina y la costumbre.
Miedo a la libertad

Al igual que el éxito, aunque todos queremos ser libre, la libertad también nos asusta, porque cuanto más libertad tenemos, nuestros impulsos tienen la rienda más suelta, tenemos que estar más vigilantes para poner nuestros propios límites. La libertad implica responsabilidad sobre nuestra vida y nuestros actos. Si queremos ser personas maduras tenemos que asumir responsabilidades y ser los dueños de nuestra propia existencia. Nadie debe hacer las cosas por nosotros.

¿Cuáles de estos fantasmas sientes que están presentes en tu proceso de discernimiento vocacional? ¿En qué lo descubres? ¿Qué piensas hacer ante estos fantasmas?Formas para matar los fantasmas


No podemos ni debemos dejar que el miedo se apodere de nuestra vida. Más aún, podemos aprovechar el miedo como herramienta de crecimiento personal.
Muchos temores son infundados e irracionales, provienen muchas veces más de nuestra historia que de nuestro presente. Es importante aprender a controlar la imaginación y esforzarse por adquirir una madurez integral de la personalidad, este es un trabajo para toda la vida.


Para controlar los fantasmas hay que hablar abiertamente el miedo. También Jesús en Getsemaní experimentó tristeza y angustia. (Mc. 14, 34) y lo confesó sin avergonzarse. Debemos identificar la causa del miedo, compartirlo con nuestro acompañante vocacional. Es muy importante planear acciones concretas porque el miedo tiende a paralizar la persona y la parálisis aumenta el miedo. Hay que actuar. El cristiano encuentra en la fe y en la oración una incomparable fuente de fortaleza para controlar sus miedos.
Cosas que te puedes proponer para superar tus miedos

Medita la Palabra de Dios. En ella siempre encontrarás palabras de aliento que el Señor ha dado a aquellos que llama. “No tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte” (Jr. 1,8).

La continua presencia de Cristo nos hace superar el miedo. Ten en cuenta frecuentemente cómo Él está presente en tu vida. Procura siempre estar abierta a la gracia para que puedas percibir en tu interior la voluntad de Dios; recuerda que Dios habla a través de los acontecimientos.

Recuerda y renueva los motivos de tu opción siendo conciente de que no estás sola, sino que Cristo está contigo.

Cree e ilusiónate con el proyecto que traes en tu vida, se capaz de creer en el futuro del mundo y de la Iglesia.

Ora con frecuencia presentando a Dios el proyecto de tu vida, Él siempre responde, y cómo a los personajes bíblicos te dará fortaleza para superar los temores. Haz de Jesús y de María tus mejores amigos, recuerda que ellos están contigo siempre, te aman, te escuchan, te entienden. Puedes orar platicando con ellos todos los días.